sábado, 17 de abril de 2010

El día que nacemos


Abrimos los ojos al mundo después de haber pasado un sin fin de aventuras dentro de la líquida realidad del cobijo materno, atravesamos contracciones, canales o simplemente nos sacan cuidadosamente de nuestra oscura comodidad a la brillante luz de un mundo desconocido, ruidoso y frío donde somos conscientes por primera vez de que ya no harán todo por nosotros, sino que seremos nosotros los que tendremos que movernos, respirar, comer y aprender a vivir con la gravedad de la tierra firme. Con cuidado el señor de la bata blanca nos coloca en un espacio aséptico, frío y, sobre todo, sólido; llanto como resultado del golpe con el espacio en la piel sensible; nos revisan, nos miden, nos pesan y nos catalogan y eso es sólo el principio de todo lo que nos espera.