viernes, 17 de diciembre de 2010

Entre envoltorios y lazos


Luces, papeles de regalo, lazos, olores, sabores, fiestas, reuniones, salidas, entradas, fríos y calores han vuelto a invadir los días invernales. Diciembre y enero se destacan en el calendario por la cantidad de envoltorios que se van deshojando en los suelos de las casas, las oficinas, los restaurantes, etc. Ocasiones no faltan: amigos invisibles, intercambios de regalos, navidad, donaciones, reyes, etc, etc, etc.
Muchos aseguran que la espiral de consumismo se ha adueñado para siempre de estas fiestas cálidas y coloridas. Entre la humanidad apiñada en los centros comerciales, en las calles del centro y en las interminables filas del tráfico, existe un denominador común: la búsqueda del regalo, eso que reposa bajo los papeles y los lazos, la esencia de la sorpresa.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Gracias


Hoy se celebra en los Estados Unidos y Canadá el goloso y saciante día de acción de gracias. Personas sentadas en torno a sus mesas, rodeadas de colores otoñales y platos que sólo se cocinan una vez al año, reunidas para dar las gracias. Esa imagen perfecta de un día en el calendario para ser agradecidos me ha estado rondando, como si de los fantasmas de la novela de Charles Dickens se tratara.
Etimológicamente hablando, la expresión "gracias" tiene varias acepciones, todas positivas que derivan de las palabras: "agradable", "honra", "alabanza","encanto", "belleza", "donaire" y, divagando por el río de las palabras, la expresión participa en la formación de "caricia", navegando ahora por el mar de la mitología, nos lleva indiscutiblemente a las tres gracias o cárites: "Talía, la abundancia", "Eufrósine, la alegría" y "Aglaya o Áglae, la belleza". Todos estos conceptos se lanzaban al aire al destinatario de nuestro "gracias", algo así como un baño de bendiciones, una caricia de las tres gracias en la mejilla del que hizo algo por nosotros en algún momento determinado y que sería amparado y acompañado por esta marca de admiración y respeto.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Esas simples cosas, esos viejos sitios





Lluvia en la ciudad, canciones en la mente y unas letras de César Isella que martillean mi corazón:

 



jueves, 26 de agosto de 2010

Quiero mi PSP



Hace unos meses, celebramos el cumpleaños de mi hermanito con una fiesta de Halloween en pleno mes de diciembre. Invitamos a varios de sus amiguitos y primos con edades comprendidas entre los cuatro y los siete años. Adornamos la casa con velas, telarañas y otras parafernalias terroríficas para crear una ambientación digna del castillo más lúgubre de Transilvania; incluso la comida causaba cierto terror, una tarta con forma de calabaza, ojos y gusanos caramelizados, sandwichs en forma de tumba (ayudó bastante el hecho de que fueran caseros, por lo mismo de la desorganización que dá la falta de hábito culinario)... Hasta escenografía y personajes habíamos ideado para que los niños vivieran una fiesta divertida, diferente pero, sobre todo, imaginativa.

viernes, 11 de junio de 2010

Vivir en indicativo

Hace unos días, hablando, teorizando y filosofeando con un amigo de esas cosas que tiene la vida de quien comienza a vivirla digamos "profesionalmente" y "seriamente", me hizo una de esas simples reflexiones convertidas en firme propósito para los próximos retos que se le presentaran: "He decidido abandonar los subjuntivos, a partir de ahora voy a vivir en indicativo". Entre risas de colegas lingüistas, me pareció una de esas afirmaciones cargadas de lógica aplastante, tan sutil y ligera como las pompas de jabón, tan bella y evocadora como la luna llena.

jueves, 13 de mayo de 2010

El coleccionista de encuentros


Suena el despertador en la casa de la calle Ocampo, la luz languidece en las esquinas y los olores del mercado vuelven a revivir el trajín de la rutina de una ciudad esperando las lluvias. El peso de la noche en vela se cuelga de sus hombros y le susurra que la noche fue pesada y que tiene todo el derecho de volver a dormir, sin embargo, Amador tiene un cansancio que ama, profesa y, sobre todo, que duerme en la habitación contigua: Amalia. Abre las cortinas y deja entrar el aire de una mañana cualquiera, el taquero de la esquina ya comienza a impregnar la atmósfera con el aroma de las cebollas, el cilantro y la carne de sus platillos de mañana, recordándole a su estómago que apenas recibió unos cuantos bocados entre los turnos de las enfermeras. De camino a la cocina, se detiene en la habitación de Amalia, su perfume fresco y juvenil se cuela entre las rendijas de la puerta llena de sombras, recordándole tiempos en los que ella compartía su lecho y lo despertaba antes que el sol para compensar las horas de ausencia. Abre la puerta y saluda a la enfermera; por un instante, las fuerzas lo abandonan al constatar que una mañana más, el tiempo se lleva el rubor de sus mejillas y la intensidad de su inquieta compañera. La madera del suelo, la despierta de su somnolente vigilia y abre sus ojos con ese brillo de quinceañera anhelante:

sábado, 17 de abril de 2010

El día que nacemos


Abrimos los ojos al mundo después de haber pasado un sin fin de aventuras dentro de la líquida realidad del cobijo materno, atravesamos contracciones, canales o simplemente nos sacan cuidadosamente de nuestra oscura comodidad a la brillante luz de un mundo desconocido, ruidoso y frío donde somos conscientes por primera vez de que ya no harán todo por nosotros, sino que seremos nosotros los que tendremos que movernos, respirar, comer y aprender a vivir con la gravedad de la tierra firme. Con cuidado el señor de la bata blanca nos coloca en un espacio aséptico, frío y, sobre todo, sólido; llanto como resultado del golpe con el espacio en la piel sensible; nos revisan, nos miden, nos pesan y nos catalogan y eso es sólo el principio de todo lo que nos espera.

martes, 16 de marzo de 2010

Morir de ausencia


Invasión de noticias en los periódicos, la radio, la televisión y el tiempo se detiene en la onda mediática, viajan las noticias a través de los hilos caprichosos de la información selectiva: todo llega pero poco permanece entre la vertiginosa invasión de los sucesos en el vaivén rutinario de la humanidad. De repente, irrumpe de la nada la noticia de una defunción a cuenta gotas, pasa desapercibida la muerte silente y famélica de un hombre, nadie levanta la voz, si acaso las cejas se yerguen por el puro escalofrío autómata que produce la palabra muerte; pocas respuestas y todas inconexas y absurdas. Orlando Zapata murió en la cárcel de la Habana, su estómago contraído ya no pudo ingerir el aire putrefacto de la opresión ignorada y tolerada que danza fantasmal entre las calles cubanas, viento suspendido entre la humedad caribeña y las horas soleadas de una isla sombría que vibra aún recordando tiempos de libertad y revolución gracias al ritmo flotante de su existencia sobre el mar.

jueves, 18 de febrero de 2010

Tembló el olvido


Tembló el olvido, cayó el silencio, siguieron las máscaras y las miradas indiferentes saturadas por tanto abandono en el mundo. Haití llegó a mi vida con palabras de poeta, corazón de amante aventurero y mirada infinita de trotamundo incansable. Antes no era más que una isla caribeña sumada a mi lista de países en vías de desarrollo, que más que "en vías", podríamos llamar sin tanta pulcra ambigüedad "en espera de desarrollo", pues todos estos países viven inmersos en una espiral vertiginosa e hipnótica persiguiendo al susodicho desarrollo. Entre los pasillos de la facultad, comenzó esta historia de ternura infinita y descubrimiento otoñal, un libro de poemas llegó a mis manos con un título suplicante: Non assistance à poètes en danger y la aventura de una traducción compartida, soñada y amada entre nosotros, el rescate había comenzado. Pronto, la obra nos llevó a Jacmel con sus ritmos, olores y su esperanza siempre atenta a la vuelta de opresiones, abandonos y abusos; sentimos el corazon libertario de Toussaint-Louverture, admiramos como a viejos compañeros de esperanza a Césaire y Neruda y compadecimos con estremecimiento la barbarie absurda e insegura de "Papa Doc", pero, sobre todo, conocí el olvido y el abandono de una isla caribeña que dejó de integrar una lista para pasar a mi corazón de turista con pasaporte de oyente y traductora de un haitiano obligado a añorar y sufrir su tierra como ciudadano del mundo: René Depestre.

sábado, 13 de febrero de 2010

Haciendo la digestión


A sólo un día del polémico San Valentín, con calles invadidas por corazones, flores, tarjetas, ositos de todos los tamaños, formas y colores y demás artículos icónicos de la edulcorada celebración, recuerdo la historia de una reciente amiga y de muchas otras personas que han querido compartir las distintas etapas del amor con esta cazadora de historias. El amor puede ser muchas cosas y presentarse de muchas formas diferentes: a unos los hace perder la cabeza y otras partes del cuerpo, rompiendo o creando lazos íntimos con cierta persona elegida; otros sienten renacer olores, colores e incluso reacciones olvidadas impulsadas por el cosquilleo pícaro y caprichoso de las alas de cupido; muchos, la mayoría, se ven arrastrados sin razón por todas las consecuencias de sentirse y verse enamorado sin ser correspondido; pasando a vivir una tortura de dimensiones desconcertantes cuando se acerca la festividad que les recuerda su proceso de indigestión sentimental.

jueves, 21 de enero de 2010

La cuesta de enero


Enero es un mes extraño, ambiguo y con tintes claroscuros. Se trata de un momento de transición en el que nos vemos inmersos en una infinidad de sensaciones, por una parte comenzamos un nuevo año después de la euforia de la despedida, después de la vibración de las vacaciones, debemos resignarnos al compás de la monotonía: vuelta al trabajo, al colegio, a la universidad, a las obligaciones... Debemos sacar fuerzas para afrontar todo un nuevo año con sus 11 meses por transitar, para ello, intentamos aferrarnos a las promesas de año nuevo: este año perderé peso, este año dejaré de fumar, este año me tomaré la vida con menos estrés... pero sólo han pasado tres semanas y comenzamos a darnos cuenta que vuelve a ser complicado cumplir las promesas de fin de año, igual que la fiesta anterior. Los políticos no ayudan demasiado, pues año nuevo, impuestos nuevos: pasamos por enero de pago en pago con caras sombrías teñidas de preocupación por llegar al día 31, muchos aún arrastrando deudas de las fiestas navideñas. Enero es un mes lleno de incógnitas y de esperanzas, todos esperamos que lo desconocido nos favorezca, anhelamos saber si el 2010 será nuestro año, si este año de la primera decena nos sonreirá con sus números pares o nos aplastará con todo el peso del primer decenio.

miércoles, 20 de enero de 2010

Cuando sobran las palabras


Normalmente en los eventos masivos las palabras nunca sobran, están por todas partes, más presentes incluso que las personas. Te reciben impersonales grabados de bienvenida, cuadriculados y ordenados; continúan los carteles indicadores y si tenemos suerte, las indicaciones son reafirmadas por empleados uniformados que más que personas se asemejan a palabras interactivas mucho más baratas que llenar los eventos de pantallas de plasma. Continúan las formalidades con sus manidas impresiones, indiferencia en la cortesía prostituida de agradecimientos forzados y artificiales como la bienvenida de la entrada. En estos eventos las palabras son escudos que nos integran en un colectivo: uno acude, se comporta, se mimetiza con el cariz global del momento perdiendo el individualismo privado e íntimo del reconocimiento personal; simplemente nos ponemos en automático, nos desconectamos del egocentrismo para ceder la palabra durante tres o cuatro horas, sin embargo, esto no significa que cedamos la esencia que queda en el silencio del espectador, en el movimiento de los ojos distraidos escondiendo monólogos internos, viajes a otros lugares, listas compulsivas o simplemente ensoñaciones con el sofá después de un largo día de trabajo.