miércoles, 30 de septiembre de 2009

Horas de oficina


El reloj domina la vida y la panorámica de la oficina, en todo el edificio debe haber al menos 10 relojes posicionados estratégicamente, sumiendo a más de uno en la desesperación de su percusión burlona, haciendo guiños de ojos saltones llenos de pestañas que miden el ritmo del día. En el desierto del trabajo de oficina y la cárcel disfrazada de los escritorios, se muestra invencible el reinado del tiempo baldío y yermo. Día a día, el mismo desfile de sombras grises vaga por las instalaciones jugando a trabajar, escondiéndose de sus sueños de libertad más allá de las miradas del reloj, escapando con ojos perdidos a momentos donde el tiempo se esconde para hacernos creer que ha desaparecido pero cuando huimos de su presencia en la muñeca, se pone el sol y llega la noche, recordándonos que rige nuestras vidas con su caprichoso manejo del espacio.

lunes, 28 de septiembre de 2009

La soledad del oyente


Suena el teléfono por tercera vez consecutiva, Laura levanta la vista con el acto reflejo agónico del timbre molesto e incesante, deja el libro sobre la mesita de noche con un gesto pausado y pesado como si fuera el último gesto del día y mientras se dirige al teléfono, hace un recuento mental de todas las veces que la obsequiaron con bonitos y apaciguadores comentarios del tipo: "nunca nadie me había escuchado como tú"; "gracias por ser mi amiga, tía y escucharme siempre"; "con tu sensibilidad y empatía, tienes el talento de entender a la gente" o peor aún "podría pasarme toda la vida contándote cosas". Desde niña, todos habían encontrado en sus oídos remansos de horas de escucha a sus quebrantos diarios, recovecos invadidos de sus lamentaciones, el tímpano del desahogo en las horas abandonadas. Miles de monólogos presenciados por el paso de las etapas, durante la niñez sus oídos ausentes registraton deseos y preguntas, peleas con hermanos y anécdotas de los padres; en la adolescencia, las cuestiones del amor temprano, chismes de instituto y las vestimentas a la moda colmaron hasta límites insospechados los niveles de audición y en la edad adulta, la tristeza de la rutina, de los amores y afectos perseguidos, encontrados, abandonados y reciclados eran los adornos de sus horas libres.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

De ida y vuelta


Los aeropuertos son lugares en continuo movimiento, son verdaderos escenarios del vaivén de la vida, de la ida y vuelta de los sueños y de las obligaciones. En todos ellos ha habido cosas perdidas, encontradas, esperadas, anheladas, odiadas, olvidadas y así continúa la lista de este nexo de extremos en el que se puede vivir la soledad más hiriente pero también la felicidad más penetrante. En este portal de sentimientos ha vivido Juan durante los últimos 40 años de su vida acompañado de todos estos momentos insólitos y vibrantes, entre los pasillos del aeropuerto de la capital se fue reflejando la curvatura de su espalda mientras cargaba y descargaba maletas de tantos extraños conocidos en sus viajes y encuentros. Recordando tantas idas y venidas volvió a ver los ojos de Julita que, cansados y llorosos por la espera, miraban a todas partes para encontrarse con los de esa abuela desconocida y cansada que la esperaba en el país que un día vio nacer a sus padres pero que por conflictos de sangre y poder los acabó dejando partir con la esperanza de regresar y ahora quien regresaba era la pequeña Julita convertida en hija del mundo y de sus circunstancias.

martes, 22 de septiembre de 2009

Las manos del abuelo


Sentada al final de la mesa observo el movimiento constante, firme y pausado de las manos de mi abuelo mientras el cuchillo pela la piel de una naranja, en un segundo toda la cocina huele al cítrico soleado y las pequeñas gotas del jugo abundante han formado sus diminutos lagos en el mantel de mi abuela. El movimiento se vuelve hipnótico y me hace reparar en los surcos de su piel, las manos de mi abuelo reflejan su vida y su persona: son grandes y fuertes como su espíritu que nos protege y nos guía en esta aventura de ser familia; son seguras y firmes como sus pasos y sus acciones que nunca miraron atrás más que para recordar lo recorrido y hacernos partícipes de sus idas y venidas, de los vaivenes del camino, de lo rápido de su vereda cuando el camino se parece al verde de una vega y los sabores de una conquista cuando la tormenta derrota la sequía; son ásperas y rugosas como la corteza del viejo árbol que nos da cobijo al final de un día de sosiego estival y nos cuenta lo que sus raíces guardan mientras sostienen la tierra.

martes, 15 de septiembre de 2009

Ojos de tiempo


Agazapada en la ventana se asoman unos ojos azules infinitos en momentos que observan con su misterio propio cómo se desarrolla el movimiento de la calle, sus pupilas de medio día se concentran en los pequeños detalles del vuelo de una hoja en su vals del aire, los niños que corren despreocupados de su rutina, el perro que la observa desde el jardín vecino con actitud amenazante a pesar de que ya hace un tiempo que la ventana es de su propiedad mientras la vida de la ciudad sigue su ritmo incesante y creciente. Recordando tiempos más tranquilos observa ahora la ciudad donde creció su estirpe, Siam se extendía en el horizonte del jardín real con un reflejo dorado que enmarcaba el atardecer, las pagodas punzantes herían las nubes limpias y los sonidos del agua y la tierra se acompasaban con los pasos de los criados, de los funcionarios y de toda la vida que poseía su casa entonces. Con su andar sinuoso y enigmático, los diamantes de la luna decoraban los rincones reales bendiciendo a las familias elegidas de su gracia. Durante la noche las sombras eran matizadas por sus movimientos blanquecinos casi espectrales y el sonsonete de los grillos, sapos y demás animales nocturnos era coronado con sus ancestrales conversaciones sobre los hechos que presenciaron y la importancia de protegerlos del olvido para ser cofres de instantes insignificantes que los harán portales del tiempo.

lunes, 14 de septiembre de 2009

En un instante la vida


En un instante la vida se muestra llena de matices, de posibilidades, de caminos y también de personas que influyen en los giros y en las características de lo que es o será el suceso de tu vida. Curioso es pensar en cuántas cosas podían haber pasado de tantas maneras o en cuántas curiosidades podían no haberse presentado o coincidido para resultar en lo que finalmente sucedió. Hoy, entre la lluvia recuerdo la primera casualidad de mi vida. No tendría ni los famosos cinco años cuando comenzó mi aventura con las palabras, el inicio no pudo ser más desafortunado pues, aunque ellas habían formado parte de mis sueños desde antes de que mi memoria pudiera conservarlos mediante las lecturas pacientes y acogedoras de mi madre antes de dormir, no conseguía entender su manifestación física en el papel, yo veía los símbolos: la princesa "i", el príncipe "e" de esos libros escolares que hacían las delicias de muchos, también nos acompañaba el famoso "micho" que me hacía soñar con esos animalitos tan curiosos que perseguía por el campo de los abuelos, pero mi mente no conseguía relacionarlos con el acto de la lectura y la escritura.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Graciela y sus sueños libres



A los diez años muchas cosas quedan fuera de alcance, como si se tratara de una fotografía desenfocada. Pienso todos los días en las cosas que se encuentran fuera de mí como niña y fuera de mis posibilidades como mujer. Me gusta sentarme en la entrada de mi pueblo y ver cómo construyen la carretera que un día me llevará fuera de Tequesquitlán, observo a todos los integrantes de esta batalla de ingeniería, muchos pertenecen a este pueblo de montaña y silencio; otros, al ruido de las ciudades o al movimiento de las costas. Estos últimos son fácilmente detectables por las muecas que realizan a lo largo de su jornada, algunos no soportan la aridez del terreno, otros, los olores que trae el viento y los restantes, sostienen sobre los hombros rostros melancólicos de tiempos más acelerados y esos como yo, miran fijamente al horizonte de la carretera que los llevará fuera de aquí. Mil veces he soñado de una forma tan intensa que manejaba mi propio carro mientras las ruedas me llevaban por las sinuosas curvas de la carretera que memorizo día tras días mientras la van construyendo, y en todos esos desvelos, me he levantado en mitad de la noche con un ataque de risas y lágrimas jubilosas contenidas que mi hermana Mariana sofoca con un codazo en la almohada de al lado y es que comprar un coche me quita el sueño, no paro de pensar cómo será el día en que pueda tener la llave de mi pasaje a la carretera, cuando nadie me diga qué hacer, cómo hablar, sentarme, contestar o sin sombras que limiten mis horas de ensueño o mis ganas de bailar.

jueves, 10 de septiembre de 2009

La venta de palabras


Durante siglos la palabra ha ido modificándose y valorándose desde distintos prismas, unos años otorgaba poder cuando no todos tenían acceso a ella; otros, identidad a los pueblos que luchaban por fijar-preservar su lengua vernácula sobre la omnipotencia de las lenguas imperiales, coloniales y capitalistas; libertad, cuando vencía dictaduras y opresiones de inquisidores del lenguaje mediante su látigo censurador e incluso vendía sueños imposibles a mentes inquietas que viajaban entre líneas. Sin embargo, hoy, la palabra comienza a deslucir su brillante emblema de expresión asistiendo a la indiferencia de las bocas y de las manos, que es la peor de las atenciones. Poco a poco, comienza a parecerse a la señora que siempre ocupa el mismo banco en el parque, sabemos que está ahí pero nadie la observa porque ya forma parte del paisaje; hasta que un día, la señora palabra, cansada de alimentar las mismas palomas glotonas y ansiosas, deja de acudir a su escenario habitual y la imagen cobra de repente notoriedad ante su ausencia.