jueves, 5 de noviembre de 2009

De mayor quiero ser inmigrante

Entre el polvo de la mañana y el calor que reseca el cuerpo y el alma, se arremolina la estela que emana de las diminutas pisadas apresuradas por llegar a la entrada del pueblo. Risas exaltadas y nerviosas acompañan el sonsonete de tornillos y partes en continuo movimiento de la furgoneta de la Cruz Roja. Entre las ventanas asoman rostros conocidos para los ojos infantiles y efervescentes, rostros portadores de un mundo extraño que dice ser mejor, con más cosas y menos hambre. Un mundo que los hace ser adultos con corazón de niño soñando con jugar al fútbol sin que les pesen las horas de asueto en su vacío interior.
La furgoneta se detiene y comienza el reparto irónico de migajas: unos sacos de arroz por ahí, unas cajas de vacunas por allá y entre todo ese acto desinteresado la impotencia de los voluntarios ante su efímera aportación en la rotación de este tercer mundo, queriendo detener la espiral de injusticia sólo se les parten las ganas y el corazón ante el muro impuesto y gigantesco del subdesarrollo imperturbable. Uno de los voluntarios comienza a grabar su estancia en Er Remel mientras otros sacan un balón para jugar con los niños que los rodean. Entre todos los jugadores se encuentra Alim que corre frenéticamente sin saber todavía que su madre ha conseguido reunir el dinero necesario para pagar su viaje al primer mundo, con sólo nueve años iniciará una odisea para ser la oportunidad de su familia, pasará noches escondido en una montaña sin luz y sin protección, rodeado de extraños desesperados e inquietos a la espera del aviso para cruzar el Estrecho. Conseguirá sobrevivir a las mareas, a la humedad atlántica, a la hambruna nocturna como un verdadero marinero curtido en la soledad del mar y una vez en la playa deberá camuflarse como ha practicado tantas veces hasta encontrar los bajos de un camión donde viajará perdido en las sombras en busca de una oportunidad para enviar las prestigiosas monedas europeas a su rincón del mundo.
Alim se detiene para tomar aire mientras el voluntario lo graba, levanta los ojos y le pregunta:
-Alim, ¿tú qué quieres ser de mayor?
Sus ojos negros se visten de estrellas resplandecientes:
-De mayor quiero ser inmigrante.

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