jueves, 25 de noviembre de 2010

Gracias


Hoy se celebra en los Estados Unidos y Canadá el goloso y saciante día de acción de gracias. Personas sentadas en torno a sus mesas, rodeadas de colores otoñales y platos que sólo se cocinan una vez al año, reunidas para dar las gracias. Esa imagen perfecta de un día en el calendario para ser agradecidos me ha estado rondando, como si de los fantasmas de la novela de Charles Dickens se tratara.
Etimológicamente hablando, la expresión "gracias" tiene varias acepciones, todas positivas que derivan de las palabras: "agradable", "honra", "alabanza","encanto", "belleza", "donaire" y, divagando por el río de las palabras, la expresión participa en la formación de "caricia", navegando ahora por el mar de la mitología, nos lleva indiscutiblemente a las tres gracias o cárites: "Talía, la abundancia", "Eufrósine, la alegría" y "Aglaya o Áglae, la belleza". Todos estos conceptos se lanzaban al aire al destinatario de nuestro "gracias", algo así como un baño de bendiciones, una caricia de las tres gracias en la mejilla del que hizo algo por nosotros en algún momento determinado y que sería amparado y acompañado por esta marca de admiración y respeto.
Hoy, las tres gracias ya no tocan el hombro de nadie, tanto llamar a su puerta por la educación y los buenos modales ha hecho que las tres divinidades se cansaran de la normalidad del "gracias", de la anodina urbanidad. "Gracias por el desayuno", "gracias por el informe, don Julián", "gracias por esto, por lo otro y por lo de más allá". Hemos vaciado la palabra, exprimido sus jugos, su magia y su expresividad, reduciéndola a una mera formalidad, a una simple cuestión de cortesía y buena educación. Con esto no quiero decir que debamos volvernos unos antisociales, fuera del sistema, que se pasen el día siendo descorteses y malhumorados, no obstante, déjenme plantearles lo siguiente: qué ocurre cuando dos personas se miran a los ojos en la intimidad de su espacio, después de afrontar un daño, tras descubrir una mancha en el hueco del alma y decidir que se quiere a pesar de todo, cómo la otra persona que ha sido tocada por el perdón puede expresar verdaderamente que una o todas las gracias a la vez le han dado un abrazo directo al corazón... Cómo podemos verdaderamente encontrar una expresión que esté llena de calor, de esperanza y de respeto después de que alguien te sorprenda con lo que más deseabas en el mundo, después de que se encuentra lo que se ha estado buscando, cuando se descansa por fin en las faldas de una respuesta a la que siempre le quisimos encontrar la pregunta...
Hemos explotado la expresión latina. Es necesario que seamos selectivos en los momentos, démosle importancia, sentido a lo que decimos, dejemos descansar el espíritu de una expresión para que vuelva a sentirse importante. Las palabras son seres frágiles pero inmensos, tan ligeros que se los lleva el viento si no se soportan con los pilares de los hechos, silenciosos y atronadores a la vez entre la mente y la boca, viajando entre nuestra garganta, el corazón y el estómago, son parte de nosotros y como tales, pueden ser vaciadas, destruidas o engrandecidas de sentimiento y sentido. Por eso hoy doy las gracias griegas a las palabras llenas y plenas por darme la oportunidad de acariciar a las personas que me han encontrado, acompañado y levantado, las gracias por los momentos de curiosidad, desenfreno y sinsentido que han hecho más llenas aun las palabras y letras de mi abecedario personal.

2 comentarios:

  1. Orgulloso de leer reflexiones tan certeras. Dejemos descansar esa palabra tan bella; pero sin dejarla caer en el olvido, como bien dices. Un saludo.

    P.d.: Al fin vuelves a escribir en tu blog.

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  2. El reposo es merecido y necesario, me da alegría encontrarme siempre con tus maravillosos comentarios. Besotes.

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