viernes, 17 de diciembre de 2010

Entre envoltorios y lazos


Luces, papeles de regalo, lazos, olores, sabores, fiestas, reuniones, salidas, entradas, fríos y calores han vuelto a invadir los días invernales. Diciembre y enero se destacan en el calendario por la cantidad de envoltorios que se van deshojando en los suelos de las casas, las oficinas, los restaurantes, etc. Ocasiones no faltan: amigos invisibles, intercambios de regalos, navidad, donaciones, reyes, etc, etc, etc.
Muchos aseguran que la espiral de consumismo se ha adueñado para siempre de estas fiestas cálidas y coloridas. Entre la humanidad apiñada en los centros comerciales, en las calles del centro y en las interminables filas del tráfico, existe un denominador común: la búsqueda del regalo, eso que reposa bajo los papeles y los lazos, la esencia de la sorpresa.
Más allá del afán consumista, me gusta pensar en ese instante en que las personas interrumpen su rutina, sus pensamientos habituales para concentrarse en el destinatario de sus compras. Ese momento casi mágico en el que fijamos nuestra mente en el objeto o el detalle que hará vibrar el alma de la otra persona al descubrir, más allá del papel, lo que encontramos, lo que buscamos para ella. Incluso más allá del regalo en sí, lo que damos a través del objeto es nuestro tiempo, el esfuerzo de analizar las cosas que le gustan al otro, el detalle de recordar lo que siempre se quiso y nunca se tuvo, la presencia constante que deseas devolver a los que te acompañan.
Así pues, el crimen de estas fiestas no es comprar en sí, sino comprar porque sí... Cuando alguien regala está dando algo más que lo que reposa en una bolsa, está devolviéndole al otro su imagen, está describiéndole su lugar en nuestro pensamiento. Cuanto menos conocemos a alguien más difícil es encontrar un regalo, la diferencia recae en el esfuerzo: aprovechemos la oportunidad para conocer más al desconocido, para interesarnos por lo que les llama la atención. Aprovechemos esta oportunidad "consumista" para darnos la vuelta hacia los que nos rodean, observar y regalar lo que anhelan de nosotros: el tiempo.
Felices fiestas a todos.

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