sábado, 26 de febrero de 2011

Mudanza



Hermosa composición de letras la de mudanza, conglomerado de movimiento, metamorfosis y mutación del hogar en tres sílabas. Extraños acontecimientos en el proceso, en el camino y en la llegada estrepitosa, incesante y calamitosa de cajas, bolsas, cajones, muebles... todo lo que sirva para transportar nuestra acumulación material.
Abrimos la puerta por primera vez, encajan las llaves, se estremece el alma al pensar en la vida que espera dormida detrás del umbral. Cruzamos y observamos el espacio desnudo que está a punto de ser invadido, transformado en un reflejo de nuestro sentido de la estética, de nuestros espacios favoritos y depósito del polvo de nuestro cuerpo en movimiento. Comenzamos el vals de la mudanza, un, dos, tres, caja para arriba; un, dos, tres, caja para abajo; un, dos, tres, ropas que se multiplican y corren, furtivas, entre las valijas.

El tiempo se escapa ante el proceso de desempacar una vida. Los retortijones señalan la primera pausa y sentados en el suelo, como primer sofá, comemos en lo que ahora es nuestro espacio íntimo, el microcosmos en el que somos los dueños del ir y venir de los acontecimientos. Llenos de polvo, con el cabello enmarañado y las extremidades adoloridadas, nos invade la felicidad inmensa y absurda de la meta conquistada. Dos años de albañiles, pintores, arquitectos, azulejeros, carpinteros y un largo etcétera de tripas sufrientes, dolores de cabeza, pesadillas de números y cuentas desembocan en ese primer descanso con sabor a pizza.
Extraña primera noche con el corazón pleno pero invertido entre las sombras desconocidas de las paredes anheladas. Mezcla de sentimientos y torrente de emociones. Ahora, toca acostumbrarse, es necesario encariñarse con los rincones para sentir la protección de la frase: "como en casa, en ningún sitio". Transitaremos la vida en ese hogar, pasarán las fiestas, llegarán las metas, nos visitarán los sueños, se irán las visitas, pero, nosotros siempre recordaremos cómo construimos cada una de las paredes, cómo pasaron del rojizo del ladrillo al gris del cemento y, finalmente, al color que elegimos. No olvidaremos cómo sonaba la voz hueca y reverberante de nuestra casa cuando nos dio la bienvenida sin importar que nuestras voces opacaran la suya, no renunciaremos a la alegría de comer en el suelo de ese espacio construido con nuestro sudor, con nuestras ideas, con nuestro amor.

2 comentarios:

  1. Hogar, dulce hogar. Que lo disfrutes mucho; después de la larga espera, de las obras, las decisiones y la pesada mudanza, al fin podrás disfrutar de tu casita, junto a Hector y tu gatita. Un beso.

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  2. Muchas felicidades, que disfruten mucho su casa

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