martes, 9 de febrero de 2016

Prefiero ser olvido

Prefiero ser olvido forzoso, doliente, cautivo... hálito invertido penetrando sin reparos en la antesala de tu estómago para quedarse ahí, incómodo, inquieto, convulso... vivo.

Prefiero ser recuerdo anónimo, imagen fugaz de un cabello cobrizo vestido de sol aleteando en una calle cualquiera... que se pierde, que se queda, que se apodera sin alias de tu retina y se implanta en tu memoria, anónima también, connotando la luz infinita del sur en un folículo piloso.

Prefiero ser evocación pasajera, aventura de un baile que no fue, volantes risueños en el vaivén de unas piernas inquietas; giros en la mente del que no tiene dueña, invasión del ego, ganas de alguien, silencio locuaz. 

Prefiero ser ausencia perpetua de una silla con nombre y apellidos sobre la que reposan lágrimas en el oreo de un suspiro; estar sin cuerpo: vida eterna.

Pero no aspiro, no sueño, no quiero ser compañía adquirida, presencia forzada, invisibilidad cotidiana, peso en un colchón sin sábanas que destilen sal, mirada vacua, besos sin mar.

Olvídame.

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