miércoles, 23 de septiembre de 2009

De ida y vuelta


Los aeropuertos son lugares en continuo movimiento, son verdaderos escenarios del vaivén de la vida, de la ida y vuelta de los sueños y de las obligaciones. En todos ellos ha habido cosas perdidas, encontradas, esperadas, anheladas, odiadas, olvidadas y así continúa la lista de este nexo de extremos en el que se puede vivir la soledad más hiriente pero también la felicidad más penetrante. En este portal de sentimientos ha vivido Juan durante los últimos 40 años de su vida acompañado de todos estos momentos insólitos y vibrantes, entre los pasillos del aeropuerto de la capital se fue reflejando la curvatura de su espalda mientras cargaba y descargaba maletas de tantos extraños conocidos en sus viajes y encuentros. Recordando tantas idas y venidas volvió a ver los ojos de Julita que, cansados y llorosos por la espera, miraban a todas partes para encontrarse con los de esa abuela desconocida y cansada que la esperaba en el país que un día vio nacer a sus padres pero que por conflictos de sangre y poder los acabó dejando partir con la esperanza de regresar y ahora quien regresaba era la pequeña Julita convertida en hija del mundo y de sus circunstancias.


Hoy es su último día de servicio en el aeropuerto, apenas una última hora para salir lo separa del momento en que vivirá su propia experiencia de ida y vuelta, a sus 60 años va a comenzar el viaje del que fue simple observador. Muchas veces se preguntó cómo sería la vida fuera de la terminal, fuera del cielo que guiaba a los aviones una y otra vez en su carretera celeste pues para él nunca existió más que una casa vacía desde que la capital lo recibió a los 16 años, durante años coleccionó guías de viaje y mientras anotaba en ellas las experiencias de los viajeros del aeropuerto fue haciendo su escala personal y ese viernes, por fin, al colgar su uniforme en las taquillas de personal, observa optimista y en secreto el billete de avión que compró la semana pasada a Pilar en el mostrador de Iberia, con los ojos resplandecientes de un niño saborea la pregunta:

-Don Juanito no se nos irá ahora de viajero por el mundo -entre risas le contestó- ay Pilarica qué cosas tienes, a mi edad...

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